Afortunadamente
no somos conscientes
de
que están aquí,
frente
a nuestros pasos,
con
sus rostros ya inexactos,
camuflados
en otros labios,
entre
las sábanas que calaron
nuestros
huesos descubiertos,
los
fantasmas latentes,
a
la espera de un gesto,
de
una palabra vetada
o
un simple silencio.
Las
sombras enmudecidas,
aunque parezcan
dormidas,
no
se despluman las fisuras,
pero
el tiempo,
inevitablemente,
las
evita.
Afortunadamente
no
somos conscientes
de
que gritan
y
que en nuestras maletas
se
retuercen escondidas,
en
cada despedida
con
sus verdades subjetivas,
que
perspicaces
desde
el fondo nos miran
como
fotos desteñidas.
Afortunadamente
no
somos conscientes
de
que aún
respiran
por nuestros poros,
exhalando
los tesoros
que
envolvían
los
rincones infinitos
de
antiguas cumbres,
hoy
solo baúles
repletos de polvo.
En
otra vida,
en
otros contextos,
los
fantasmas se sientan
en
la puerta del tiempo,
anhelando
el momento
en
que aparezca algún esbozo
de
sus filamentos,
y
en dos cuencas atónitas
se deslice un
recuerdo.
Carolina Gómez Maray
Antología Breve de Nueva Poesía Chilena